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La Sistematización de Experiencias como proceso y su relevancia para el desafío constituyente

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Mensaje por oscarzamora Miér Abr 04, 2018 9:59 pm

La Sistematización de Experiencias como proceso y su relevancia para el desafío constituyente
Por: Oscar Zamora Zambrano | @oscarzamoraz
Puerto Ordaz, 02/04/2018

El arduo y paradigmático proceso de transformación social, económica y política que se desarrolla en Venezuela ha envuelto al pueblo de a pie en una dinámica organizativa maravillosa e inédita. Dinámica necesaria de mantener y mejorar constantemente, sobre todo hoy en virtud de la brutal arremetida multidimensional promovida por la derecha política nacional e internacional y sus socios económicos.


En las reuniones que desarrollan las diversas formas de organización del poder popular nacidas al calor de la Revolución Bolivariana –Mesas Técnicas, Consejos Comunales, Comunas, Comités Constituyentes, CPT, CLP, UBCH y otras reuniones de carácter asambleario– solemos escuchar referencias sobre “sistematizar la reunión”. En la mayoría de los casos, el término sistematizar es utilizado para expresar una tarea asignada a una persona o a un grupo de personas, la cual consiste en tomar registro escrito de las intervenciones orales para posteriormente darle a ese registro, forma de minuta o de acta. Esta es, típicamente, la acepción de sistematización que hemos entendido y practicado.

Antes de darnos la oportunidad de reflexionar en torno a lo que acostumbramos hacer cuando desempeñamos el rol sistematizador, es necesario posicionar como premisa que, en el marco de la Revolución Bolivariana, entendemos como fin último de la organización del poder popular el desmontaje de la estructura de relaciones sociales de producción capitalista que como nación decidimos  superar desde el 2007 y la construcción concomitante de una forma cualitativamente superior de relacionamiento social que nos acerque a la materialización de una sociedad justa y amante de la paz: la sociedad socialista.

Ahora pasemos a aproximar una autocrítica de la práctica que generalmente hemos venido desarrollando bajo la concepción de “sistematización” arriba descrita, y como estamos ya asomando la noción de “sistematización de la práctica”, vayamos entonces posicionando el término “sistematización de la experiencia”, que es el argumento central de este artículo.

Describir lo que hacemos


Entendemos describir, escritura u oralidad mediante, nombrar cuanto nos rodea. De cierto modo, es el proceso mediante el cual la palabra nombra el acto. Es, entonces, una forma de representación de la realidad, sujeta por cierto, a algún nivel natural de interpretación y que forma parte de un complejo proceso mental de abstracción. La descripción transciende como evidencia de los hechos y sus relaciones.

Podemos considerar la función de registro escrito que regularmente hacemos en nuestras reuniones y que destinamos como insumo a la preparación de minutas o actas, el punto de partida de todo el proceso de sistematización. Si estamos de acuerdo en esto, entonces tendremos que coincidir en que registro no es igual a sistematización, el registro es sólo una parte de la sistematización, aunque una parte fundamental por su puesto, ya que sin registro será imposible sistematización alguna. Consideramos el registro como un primer momento, como el punto de partida de todo el proceso de sistematización. De la calidad de este, depende el gran medida la calidad del resultado del proceso.

Enriqueceremos el registro de la actividad de interés, si tomamos también registro de asistencia, participación y permanencia, registro fotográfico, registro audiofónico, registro videográfico, y mejor aún si logramos acceder a las notas particulares que eventualmente cualquier participante haya tomado y esté dispuesto a aportar. Todo este valioso conjunto de registros, son evidencia descriptiva de lo que hicimos en la reunión.

Reflexionar lo registrado

Arriba afirmamos que en el desarrollo de la función de registro media algún nivel de interpretación de las intervenciones orales y en general de los hechos que estamos registrando, y consideramos además esta interpretación como algo natural o implícito que funciona bajo un proceso en el abstraemos de la compleja realidad los aspectos que estimamos más significativos, según la subjetividad del registrador, siendo este resultado lo que plasmamos en el papel, en el caso del registro escrito. Esta es una interpretación que pudiéramos calificar de primaria o de primera mano.

Más allá de ese primer nivel de interpretación que media en el proceso de registro, nos acercamos a lo sustancialmente enriquecedor de todo el proceso de sistematización: la interpretación intencionada de lo registrado, la reflexión profunda de los registros, abordaje que será de mayor provecho si todo este cúmulo de información conlleva formas de organización y/o clasificación bajo criterios acordados por el colectivo. Un criterio básico es el cronológico, por ejemplo.

La reflexión profunda sobre los registros organizados persigue hurgar en la lógica que subyace en el desarrollo de los hechos, cómo se organizan y relacionan los sujetos que interactúan, la cualidad de las intervenciones, la conexión del evento con hechos pasados y el efecto que se proyecta. Es útil hacer un esfuerzo intencionado por objetivar los aspectos de la experiencia que típicamente pasan inadvertidos. Para esto, pudieran ser necesarias varias rondas de discusión en el colectivo que ha asumido de manera voluntaria y consciente la tarea de sistematización y conviene por supuesto, a los intereses de una sistematización de calidad, que este equipo de sistematización sea un subconjunto del gran colectivo que ha participado en la experiencia y la ha vivenciado, asegurando de esta manera que se ejercita una reflexión de la experiencia desde la experiencia.

Consideramos la reflexión de lo registrado como el segundo momento de todo el proceso de sistematización. De la profundidad y organicidad de este, depende el gran medida la calidad del resultado del proceso.

Comunicar la experiencia

También el resultado de la interpretación o reflexión profunda será representado en lo que consideraremos productos de la sistematización y se constituyen estos, de hecho, en una nueva propuesta teórica validada por la práctica y que estará sujeta al escrutinio de otros colectivos, a la valoración de la sociedad toda. Y como se propone someter este resultado al juicio de la sociedad, a la contrastación con otros colectivos, es deseable que estos productos tengan una forma fácilmente comunicable: presentaciones, redes semánticas, gráficas descriptivas, artículos de prensa, programas de radio, conversatorios, hasta obras musicales o de teatro.

Aunque antes hemos destacado la importancia del registro y de la interpretación dentro del proceso, y su significación respecto a la calidad del resultado final, comunicar la experiencia de sistematización, mediante sus productos por supuesto, redondea el esfuerzo de sistematización, aunque no esta fase “la tapa del frasco”. Consideramos que no estará completa la tarea de sistematización si no se comunica la experiencia de sistematización y sus productos comunicables, pues el esfuerzo quedará como enclaustrado, pasará como un mero ejercicio intelectual para consumo de unos pocos, anulando todo su potencial transformador.

Consideramos la comunicación de la experiencia de sistematización y sus productos como el tercer momento de todo el proceso de sistematización. De la fluidez de este, depende el gran medida el impacto de todo el proceso.

Replicar la experiencia, mejorar la práctica y transformar la realidad

En estas tres vertientes deriva todo el esfuerzo de sistematización y se espera así que trascienda. Por una parte transformar la realidad, que en el marco de los objetivos de las actividades que desarrolle cualquier forma de organización del poder popular nacida al calor de la Revolución Bolivariana se espera oriente en función de desmontar la estructura de relaciones sociales de producción capitalista y la construcción de una forma cualitativamente superior de relacionamiento social que nos acerque a la materialización de la sociedad socialista; mejorar la práctica, que refiere la optimización de la gestión pública en el marco de la transición, por vía de la participación protagónica y el ejercicio de la democracia directa por parte del poder popular organizado; finalmente, la replicación en otros ámbitos espacio-temporales tanto de la experiencia concreta que se ha sistematizado, como de la propia experiencia de sistematización. Todo esto contribuyendo orgánicamente a materializar el viejo anhelo de autonomía cognitiva y a darle cabida orgánica al componente emocional que le acompaña. En definitiva se trata de avanzar como antes planteamos, en la construcción de una sociedad justa y amante de la paz.
oscarzamora
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